miércoles, 2 de septiembre de 2015

Eppur si muove

Galileo hizo públicos sus resultados sabiendo que contradecir la teoría geocéntrica podría traerle problemas. Y así fue. Poco antes de morir tuvo que retractarse y negar la verdad para no acabar quemado en la hoguera. Dicen algunos historiadores, que en voz baja, justo después de abjurar, murmuró:  “Eppur si muove” (“Sin embargo, se mueve“) refiriéndose al movimiento de la Tierra alrededor del sol.

El difícil paso de la teoría geocéntrica a la heliocéntrica ha centrado el comienzo del día. Nuestros protagonistas: Nicolás Copernico que nace en Polonia en 1473 y Galileo Galilei que nace en Polonia en 1564.

Algunos pensareis que son palabras grandes, temas adultos para tan tiernos aprendices de astrónomos; pero en ocasiones depende del como abordamos la cuestión y del uso de palabras sencillas bien explicadas. 

En 1503, después de más de una década en Italia, Copérnico regresó a Polonia. Allí se instaló en una de las torres de la catedral de Frombork para poder observar mejor el cielo nocturno. Tras una exhaustiva observación del movimiento de los cuerpos celestes, llegó a la conclusión de que la Tierra giraba sobre su eje y que esta y el resto de planetas debían girar alrededor del sol.

Para recordar este momentazo, mientras escuchábamos Los Planetas de Gustav Holst, hemos realizado una peonza donde los astros dan vueltas y vueltas alrededor del sol. 

Luego pusimos los pies en el suelo. El grupo de las estrellas dieron de comer y limpiaron a los animales del corral. Los planetas y los satélites recogieron los últimos frutos de la huerta de verano: sandías, pimientos, berenjenas, tomates... Además aliviaron del peso de sus frutos a las ramas de un peral.


Tras la merienda recordamos otra fecha muy importante para el conocimiento del universo. En 1609, un nuevo descubrimiento holandés cambiaría la vida de Galileo para siempre: el catalejo. A partir de ese invento, construyó el primer telescopio, superando la resolución y posibilidades del instrumento original. Comenzó a observar los astros y a conseguir pruebas que acabarían apoyando la teoría heliocéntrica que Nicolás Copérnico formuló un siglo antes.


Para acordarnos de su gran invento hicimos nuestro propio telescopio casero. 

Y mañana K.

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