Primero organizamos nuestras cosas y guardamos como si de un
tesoro se tratase nuestro diario con su carnet de verniano, el pasaporte de los
juegos del mundo, el sello secreto e intrasferible y las fotos para contar de
nuestra aventura.
Llegó el momento de danzar y elaborar unos divertidos, locos
y compartidos murales. Representaban los tres paisajes por donde se desplazan
los vehículos que dan nombre a las tripulaciones: el mar del Nautilus, el aire del
Victoria y el cielo galáctico del Columbiad.
Y la merendola festiva fue fenomenal. Muchas gracias a todos
nuestros cómplices que desde las casas hacéis posible que una propuesta se
convierta en dulce realidad.
Mientras reposábamos del atracón intercambiamos algunos
libros que dormitaban en nuestras estanterías y trasteros y les hemos dado una
nueva vida; y es que los cuentos resucitan cuando son abiertos por un nuevo
lector.
Ya que Verne
atesoraba muchos talentos, nosotros quisimos imitarlo mostrando los
nuestros. Las actuaciones fueron una maravilla.
Feliz verano a todos y esperamos que reservéis un trocito de
vuestro corazón para la Vega
y para los que os han acompañado en el Verano Verne.
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