viernes, 9 de septiembre de 2022

...los felices días del verano.

Y pensó que Alicia conservaría, a lo largo de los años, el mismo corazón sencillo y entusiasta de su niñez, y que reuniría a su alrededor a otros chiquillos, y haría brillar los ojos de los pequeños al contarles un cuento extraño, quizás este mismo sueño del País de las Maravillas que había tenido años atrás; y que Alicia sentiría las pequeñas tristezas y se alegraría con los ingenuos goces de los chiquillos, recordando su propia infancia y los felices días del verano.

Así finaliza "Alicia en el País de las Maravillas" y así terminamos nosotros. Pero antes...

Nada más llegar apareció el Pezsajero Real de la Reina de Corazones y nos invitó a jugar a tres cosas emblemáticas en el universo de Carroll: el croquet, los naipes y el ajedrez. Y eso hicimos. Pasamos por tres estaciones en las que realizamos distintos juegos con piezas de ajedrez...

... nos divertimos con los naipes de Wonderland...

...y probamos nuestras habilidades con el croquet, eso sí, dejando en paz a los flamencos y a los erizos. 

Después, el siempre esperado momento de la merendola loca compartida. Te y pastas no habían, pero si otros mil manjares deliciosos. Y no precisábamos de la locura del sombrerero y la liebre de marzo; con la nuestra vamos más que sobrados. 

Muchas gracias a todas las familias por vuestra colaboración sin la cual esta merendola no sería posible. 

Y de nuevo apareció el Pezsajero, pero esta vez para anunciarnos la presencia del Sombrerero Loco, de Alicia y del Conejo Blanco. ¡Todos esos personajes juntos! Eugenio incluido, al que le mandamos un beso muy grande. 

El Sombrerero nos dió los diplomas que certifican que estamos como una cabra, que aprovechamos el tiempo como el Conejo Blanco y que sonreímos a la vida como el Gato de Cheshire. 

Ya solo quedaba recorrer los últimos renglones personalizando los diplomas.Pusimos ojos y nuestra huella dactilar en el reloj, adornamos al minino con todos los colores del arco iris y dibujamos la cara del sombrerero. 

Finalmente, el mágico momento de ir pidiendo a los compañeros una firma para el recuerdo.

Despedimos así este verano con la satisfacción de la felicidad de los niños y niñas al recorrer las páginas de estos dos libros que deben formar parte del recuerdo de todas las infancias. 

Y esta peculiar lectura tan vivida no hubiera sido posible sin la pasión puesta por Sofía, Marina, Pepe, Elvira, Eli, Noelia, Moha, Elena, Adri y de quien tiene la deliciosa tarea de mostraros nuestra vocación de cuentistas. 

Recordar vuestra infancia y los felices días del verano.  

jueves, 8 de septiembre de 2022

El Conejo Blanco y el Tiempo.

Esta mañana, a la hora prevista, apareció el Conejo Blanco, un nuevo personaje salido de las narraciones de Lewis Carroll. 

Inquieto y revoltoso dió vueltas a nuestro alrededor moviendo el hocico. Pero de repente se detuvo y nos dijo que ya está harto de tonterías. El es un conejo elegante. Y que si vemos a Alicia, que le digamos que persiga a otro, que el ya no tiene tiempo para ese juego. 

Pero nos invita a divertirnos con otros donde el tiempo sí que cuenta. 

De su maleta sacó un reloj y nos habló de que hay un tiempo para cada cosa y una cosa para cada tiempo.

Y después de decirnos que aprovecháramos el tiempo para luego poder "bien gastarlo" en lo que nos apetezca, salió pitando. 

Y le hicimos caso. No perdimos ni un segundo en ponernos a jugar con cosas sencillas con las que inventábamos divertidos retos donde el tiempo era un compañero de juegos. 

El té engorroso, en el que había que colocar la bolsita de infusión sobre el gorro. 

Las catapultas, en el que empleamos cucharas para lanzar chapas dentro de unos recipientes de colores. 

O las pulgas, donde el objetivo es botar en la mesa una pelota de ping-pong e introducirla en un vaso. 

También jugamos a realizar torres con vasos o con platos y vasos de cartón.

Y a cambiar de posición vasos hasta que aparecía el de color rojo como si fuese un extraño ascensor. 

Un séptimo juego consistia en meter raudos canicas en unas botellas.

El reloj de canicas era otro muy ruidoso y divertido en el que pasamos las canicas de una botella a otra unidas por las bocas. 

Y el noveno el boliche latoso, en el que probamos nuestra habilidad con este juguete a dos manos. 

Reponemos fuerzas con la merienda y luego, el esperado manguerazo. Intentamos gastar poca agua, que no está el tema como para malgastarla. Jugamos con los barreños llenos de agua arrojándola con vasitos unos a otros. 

Y el cañón de espuma blanca como el conejo con el que disfrutamos como si nos metiésemos en un cuento y jugásemos en las nubes. 

Y mañana... el final también tiene su tiempo. Hoy lo sabemos bastante bien.