
Leonardo da Vinci no sólo fue un inventor y artista; a la vez, hizo incursiones en la literatura a través de sus fábulas. Según cuenta, gracias a su inagotable riqueza de invención cautivaba a su auditorio. Era un narrador maravilloso.
Las fábulas son un tesoro de la sabiduría olvidadas en el mundo medieval. Es en el Renacimiento cuando se redescubren estos tesoros del mundo clásico que volaban de boca en boca. Las fábulas de Leonardo, casi dos siglos antes de La Fontaine, enlazan a Esopo, Fedro y Pilonio con los “bestiarios” medievales.

A modo de ejemplo os contamos aquí una cortita: "La planta, la zarza y el palo"
Una linda planta, que se erguía airosa levantando orgullosamente al cielo su penacho de hojas tiernas, soportaba con disgusto la presencia junto a ella de un palo seco, derecho y viejo.

"Seto, ¿no podrías marcharte a cualquier otro lugar? Me molestas". El seto fingió no oír y callado siguió. Pero un lagarto que reptaba por allí, levantó su cabecita y, mirando con sorna a la planta, dijo:
"Bella planta, ¿no has comprendido que debes al palo el poder estar derecha? Y en cuanto al seto, ¿todavía no te has dado cuenta de que está protegiéndote contra las malas compañías?"
Da Vinci nos contaba así que debíamos ser agradecidos con todos los que nos prestaban su ayuda.

A la vuelta de nuestra excursión hemos hecho en el aula rural unos juegos del Renacimiento de ingenio y de puntería.
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