Los vikingos caminaban grandes distancias y necesitaban tener unos pies saludables. Freydis, que conoce las propiedades de las plantas y mil y un ungüentos, nos da una receta para que nuestros cansados pies no huelan a queso.
El desodorante de pies lo realizamos con 250 ml leche, menta y romero fresco y esencia de alguna planta aromática.
Lo cocemos todo durante 15 minutos. Se aplica en los pies con una pequeña toalla empapada.
Y una vez que tenemos los pies limpios y sin malos olores, ponemos a prueba nuestra capacidad artística. Colocaremos un pincel entre los dedos de los pies y a pintar.
Y como la creatividad ecovikinga no tiene parangón, con las acuarelas marcamos nuestros poderosos abdominales y los abultados bíceps.
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