martes, 6 de septiembre de 2016

En danza.

Seguimos con buen ritmo, apurando estos últimos días de verano... de caluroso verano.

Además de entrar en la cámara oscura (no confundir con el cuarto de los ratones, que en el aula ambiental los castigos no existen) y de relajarnos con la música de la época de Leonardo (la palabra relax y niño pequeño no son fáciles de marinar), contaros que estamos aprendiendo una danza renacentista llamada La Pavana.

Fue un baile sencillo muy popular en toda Europa aunque su origen parece ser italiano. El nombre parece aludir al caminar elegante y tranquilo de los pavos.

Como Helena es muy apañada nos ha traído hoy un bizcocho y chucherías para festejar su cumpleaños. Esta tarta es más decente que el calabacín improvisado de ayer.

Mientras unos cuidaban a los animales, poniendo especial celo en el peinado de Catalina, otros trabajaban duro en la huerta.

Después de quitar matas que ya han dado sus frutos de verano, hemos pasado la mulilla mecánica. Les mola mogollón manejar este aparato (excepto en el instante de la foto, van siempre acompañados en esta ruidosa tarea).


Tras la merienda los artistas realizaron un taller tan sencillo como creativo. Dio un resultado estupendo; cuando trabajas en educación infantil, en ocasiones, simplifica y vencerás. Realizamos unas pizarras de arena en las que trazamos dibujos de múltiples maneras, incluso con la vibración de nuestros golpes en la mesa.

Los mayores realizaron el taller de instrumentos musicales. A nosotros, como a Leonardo, nos gusta inventar instrumentos. Realizamos, con tubo corrugado, una turuta y una pulsera musical.


Terminamos con unos deliciosos polos de limón que hicieron los artistas. ¡Que fresquito más saludable!

No hay comentarios:

Publicar un comentario