Si el espíritu del Renacimiento era abrir la mente y abarcar disciplinas múltiples, podemos decir que esta mañana ha sido renacentista.
Antes de nada le dimos la bienvenida a aprendices que se incorporaban hoy al Verano Da Vinci. Tenemos la suerte de contar con Julio, Diego, Candela, Marcos, Julia, Claudia, Pablo, Helena y Rosa.
Y mira por donde, hoy es el cumpleaños de Helena. Tuvimos que improvisar una tarta de calabacín con una gran vela.
Alba y Carla nos dieron una sorpresa al enseñarnos una réplica del Reloj de Chiaravalle diseñado por Leonardo Da Vinci. ¡Qué tipo, era hasta relojero!
En la asamblea, además de ver las libretas viajeras, hicimos tres actividades por las que rotaran los distintos grupos. Aprendimos lo que era la cámara oscura empleada por Leonardo con fines pictóricos, calcando figuras de la Última Cena; nos relajamos y estiramos escuchando música del Renacimiento; y ... la tercera dedicación la contaremos mañana.
Luego dedicamos parte de la mañana a trabajar con los animales y la huerta. Da Vinci era un amante de la naturaleza. Y le hacemos un homenaje tuneando su autorretrato con lana de la oveja Catalina y con dos expresivos ojazos.
En la huerta recogimos maíz y pipas de girasol. Los pequeños agricultores alucinan viendo como las pipas están perfectamente ordenadas en el girasol, esa flor compuesta de cientos de pequeñas florecillas en cuya base aparece la pipa. Las desgranamos y las pusimos a secar al sol con un poco de sal.
Y, como somos grandes artistas, coloreamos el aula rural con distintos elementos de la huerta.
Tras la merienda le toco el turno a los talleres. Hoy os mostramos el proceso de elaboración de las Mona Lisas con arenas de distintas playas.
Como veis, el calor loco no pudo con nosotros.
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