lunes, 5 de septiembre de 2022

Una seta en la Vega de las Maravillas.

Esta mañana hemos recibido con mucho cariño a unos locuelos nuevos: Otto, Anna, Lola, Nicolás, Rubén David y Elena.

Y nada más empezar a organizarnos, hemos visto una gran seta en mitad de la Vega. Cómo estamos viviendo este peculiar sueño, no estábamos seguros de si el hongo era grande o si nosotros habíamos menguado. Además, se movía del sitio, bailoteaba y daba vueltas... ¡vaya psicodelia!

Al rodearla empezó hablar despacio; las setas no son demasiado intensas. Cuando dejó de quejarse de lo difícil que le resulta a una seta salir a paseo en verano y de parlotear de las ganas que tenía de un otoño húmedo y cálido, empezó a hablarnos de Apsolem, la oruga azul. 

Cerca de donde se encontraba la niña, se erguía una gran seta, casi tan alta como Alicia. Para alcanzar a ver lo que había encima, la niña se puso de puntillas. No bien lo hizo, sus ojos se encontraron con los de una oruga gigante sentada en la seta. La Oruga y Alicia se estuvieron mirando durante un buen rato en silencio. Por fin, la Oruga, con toda parsimonia se quitó la pipa de la boca y dirigiéndose a Alicia, le dijo con voz lánguida y somnolienta:¿Puede saberse quién eres tú?

Nos dijo que menos mal que se había convertido en mariposa y la había dejado en paz. Pesaba mucho y le estaba abollando el sombrerillo y, como no paraba de fumar, la tenía hasta las hifas de tanto humo apestoso. 

Y encima, le dijo a Alicia que le diera un mordisco; como se puede ser tan imprudente. Nada de comer setas que no se conocen a la perfección. 

Aunque en el cuento de Alicia no era más que la silla de una vendedora de humo, en la naturaleza su papel es muy importante, conectándolo todo y favoreciendo a cerrar los ciclos. En nuestra huerta los hongos son jardineros, ayudando a crecer a las plantas y basureros, favoreciendo la formación del compost y del humus de lombriz. 

Tras hacernos una foto con la seta y prometerle que cuidaríamos de las que viésemos en el campo, regresamos al aula. 

Uno de los grupos siguieron con los pies en el suelo, en el de nuestra huerta. Hicimos muchísimas cosas. Entre otras, aprender de abonos orgánicos y, para compensar, oler el aroma de las aromáticas. 

Recogimos maíz dulce, berenjenas, los últimos tomates, una col lombarda, y algunos higos. Además, empezamos a coger las peras del árbol de la merienda loca y las uvas del parral. ¡Que dulces están! 

Entre todos retiramos las pipas de las flores del girasol ya muy cabizbajas. Y las repartimos en unos sobrecitos. Podéis guardarlas para sembrarlas la próxima primavera, o secarlas al sol con un poquito de sal. 

Para terminar, realizamos unos pinchitos de fruta con melón, sandía, manzanas y algunas uvas. Un modo divertido de comer fruta. 

Tras la merienda, otro grupo se dió cuenta de que las setas dejan huella. Y no solo las que aparecen en las historias.

Además de dibujarnos nosotros con cara feliz para recordarle a la oruga quienes somos nosotros, estampamos con champiñones recortados de distintas formas. 


Y aprendimos una receta para comerlos en crudos, porque, con el champiñón, un lado te hará crecer y el otro también. 

Elaboramos la receta de los champiñones en vinagre.

Se dejan macerar los champiñones laminados en vinagre de manzana durante 30 minutos. Luego lávalos bien bajo el grifo para retirar el vinagre. Se hace un machado con ajo, perejil y un chorrito de aceite de oliva. Se colocan los champiñones en una bandeja y se van pintando con el machado. 

El champiñón es fuente de vitaminas del Grupo B y D además de minerales como el potasio, el fósforo y el hierro, entre otros. Esta composición lo convierte en un posible aliado en la prevención de enfermedades como el cáncer, la diabetes o el deterioro cognitivo. En definitiva, que son parte del elixir de la eterna juventud. 


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