miércoles, 1 de septiembre de 2021

Comienza el último turno econauta.

El primer día de septiembre se reúne el último grupo de niños y niñas dispuestos a convertirse en econautas. 

Primero organizamos los tres grupos, el agua, el aire y el suelo. En cada uno de ellos se mezclan participantes de todas las edades. Esto provoca situaciones educativamente muy interesantes; grandes y pequeños tienen que readaptarse a esta ruptura del grupo de edad en la que la colaboración y la generosidad son las claves de una buena convivencia. 

Colocamos nuestras cosas en nuestros sonrientes cubos amarillos. El orden es básico si queremos funcionar bien. Y usamos los contenedores para guardar los materiales recuperados. 

Y en ese momento la Doctora X se pone en contacto con nosotros para darnos la bienvenida. Y nos dice que nos dispongamos en corro para recibir a Canosonauta, un econauta más cercano a Superlópez que a Superman. 

Canosonauta nos explica que significa ser un econauta y nos habla de los siete que forman la Liga Biocity creada por la misteriosa Doctora X. También de los peligros de los socavadores. 

Aparece su amigo Plastichín, el contenedor amarillo más famoso de nuestra provincia. Su misión es invitarnos a reducir, reutilizar y reciclar. Está tan contento que se pone a juguetear con Canosonauta para ver quién hace la bobada más grande. Y nos hacemos una foto juntos para mandársela a la Doctora X. 

Cuando se marchan visitamos el aula rural, la guarida de los econautas. La huerta, el corral, la acequia, el taller, la cocina... Además les contamos cuales serán las actividades que iremos realizando a lo lago de estos siete días.

Tras la merienda, en la que separamos lo orgánico (irá a nuestro compostador) de los envases, realizamos tres actividades por las que vamos rotando. 

Para conocer nuestro escudo Biocity realizamos una chapa que coloreamos a nuestro gusto. 

Realizamos juegos cooperativos; debemos remarcar que colaborar para realizar acciones juntos es la herramienta imprescindible para conseguir ciudades habitables y sostenibles. 

E imaginamos nuestro econauta preferido. No solo eso, pasamos cada uno de nosotros por el transmutador. No nos hacemos responsable de las extrañas metamorfosis que puedan sufrir.

Al final, todos jugamos fresquitos con la bandera multicolor econauta. 


Mañana más. 

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