Y la mañana en este penúltimo día transcurrió cargada de actividad como ayer. Los animales y el maíz, el ecocine y el transmutador y la mandala. De nuevo se nos lleno de extrañas mutaciones nuestra guarida y dedicamos un rato a esa tarea relajante de completar la mandala.
Y es que en ocasiones debemos apuntarnos a una vida más lenta, fijarnos en los biorritmos de un caracol.
Tras la merienda realizamos una manualidad de reutilización a partir de un brick. Cartones de leche, de zumo o de caldo los transformamos en un divertido monedero.
Limpiamos bien el envase, le damos los cortes debidos, lo decoramos y forramos y le colocamos un velcro que hará de cierre.
La decoración la hicimos con cinta de carrocero, serpentinas y las ceras.
Cuando finalizamos nuestra actividad de reutilización, aparecieron Plastichín, el contenedor amarillo de los envases ligeros, y Cartunez, el contenedor del cartón y papel.
Los dos venían a darnos la enhorabuena por recuperar y reutilizar un objeto que termina en su barriga.
Cartunez decía que como se llama cartón de... que era cosa suya. Plastichín le llevaba la contraría; es un envase con aluminio, cartón y plástico y es de su incumbencia.
Se acaloraron un poco por que no se ponían de acuerdo hasta que Eli tuvo que poner un poco de cordura. Y le dio la razón a Plastichín: aunque lo llamamos cartón de leche, en realidad es un envase ligero muy complejo que debemos meterlo en el contenedor amarillo.
Cartunez lo entendió perfectamente y se dieron un gran abrazo con el que finalizamos la mañana.
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