Finaliza esta cuarta incursión en Fantasía. Y esta mañana un rugido nos ha despertado a todos y todas. Era Graograman, el leon del Desierto Multicolor.
De este personaje de la Historia Interminable se escribe:
Sobre la cumbre de la duna de color rojo encendido había un león gigantesco. Estaba exactamente delante del sol, de forma que su majestuosa melena le rodeaba el rostro como una corona de llamas. Pero aquella melena, y también el resto de su piel, no era amarilla, como suele ser en los leones, sino de un rojo tan encendido como el de la arena en que se encontraba.
Su potente voz que provenía de algún misterioso lugar nos rugió:
Hola mundanos y mundanas amigos y amigas de Bastián, ese que marcó mis dunas con tres bes. No puedo ir al Mar de Hierbas porque llevo el desierto y la destrucción allá a donde voy. Solo cuando quedo petrificado, el desierto desaparece y surge la vida. Por eso me llaman la Muerte Multicolor. Soy un león gigantesco y fiero. Cuando Bastián deseó ser valiente, se encontró conmigo.
Muchos días y muchas noches Bastián fue mi huésped y se nos hicimos amigos. El no ardía en mi presencia por la protección de su amuleto, el Auryn. Pasamos muchas horas en el desierto, entregados a carreras salvajes. Hicimos apuestas sobre quién corría más, pero yo, el león, era mil veces más rápido.
Un día, después de haber estado alborotando, Bastián se sentó, un poco sin aliento, y me preguntó si podría quedarse siempre contigo. Eso no podía ser. El cómo vosotros y vosotras tenéis que seguir adelante, corriendo para vivir vuestras propias historias.
Lo que no deseáis os resulta inalcanzable. Eso es lo que significan aquí las palabras «cerca» y «lejos». Y tampoco basta con querer marcharse de un lugar. Tienes que querer ir a otro. Tienes que dejaros llevar por vuestros deseos.
Pero basta de palabrería. Os reto a correr, correr y correr.
Y eso hicimos. Organizamos distintos juego donde la esencia era la carrera, cuanto más veloz más a gusto de este león.
Si, por que el la Historia Interminable leemos:
Bastián se subió a él y el león trotó hasta el aire libre. El sol de la mañana ascendía sobre el horizonte del desierto y la Selva Nocturna se había convertido otra vez, hacía tiempo, en arena de colores. Los dos pasaron raudos sobre las dunas como una antorcha danzante o como un viento tempestuoso incandescente. Bastián se sentía como si cabalgara sobre un cometa en llamas a través de luces y colores.
También coordinamos nuestros pasos en la cinta sin fin, debiendo transportarnos como un caracol de carreras.
O realizamos raudos desplazamientos en los que teníamos que llevar bolas de colores de unos sitios a otros.
Después, la merendola conjunta. Es importante terminar como empezamos, poniendo en valor nuestra capacidad de compartir. Muchas gracias a las familias por vuestra aportación y complicidad sin la cual este tipo de proyectos no sería posible.
El melón y la sandía tuvieron tanto éxito que al final nos sirvieron de gorras muy vegueras.
Tras la merienda y un poco de fiestuqui, solo restaba completar nuestro portarretratos pegando la fotografía con Fuyur delante del mapa del territorio de Fantasía.
Retornamos a nuestras realidades después de haber disfrutado durante algunos días este Mar de Hierbas. Esperamos que, además de una sonrisa, nos llevemos recuerdos llenos de color y la imaginación cargada de buena energía. Nos hará mucha falta para librarnos de la Nada.
Muchas gracias a los monitores y monitoras que han hecho esto posible; a Moha, Mónica, Elvira, Elena y, especialmente, a Marta que hace muchos años disfruto de este rincón de la vega como niña y ahora lo hace como maestra en prácticas.