miércoles, 9 de agosto de 2023

Capítulo XXI: Cabezapies, Silfos y Árboles Cantores.

El calor no impide que con energía e ilusión enfrentemos los nuevos retos que Fantasía nos ofrece. Aunque en ocasiones nos deja tirados por los suelos. 

 

Dos personajes y un paisaje determinan estas primeras tres pruebas. 

En la Biblioteca de Amarganz, además de ver el cuarto capítulo de la serie animada canadiense de los años noventa basada en una interpretación, muy libre, de la Historia Interminable, realizamos un marcapáginas muy divertido.  

Con un par de palos de polo de color y unas plantillas originales, realizamos un "cabezapie". En un ser formado por una cabeza que se desplaza sobre unas piernas muy largas y delgadas, pero sin tronco ni manos. 

Según nos cuentan, estos personajes, también llamados cefalopodos, van errantes y no tienen vivienda fija. Casi siempre viajan en grupos de varios centenares, rara vez se encuentra uno solitario y se alimentan de hierbas. 

Este separador del cabezapie nos recuerda que en la Biblioteca de la Ciudad de Plata los libros nos emocionan de la cabeza a los pies.

Arte en Fantasía lo dedicamos a El País de los Árboles Cantores. 

Al segundo día atravesaron el País de los Árboles Cantores. Cada uno de los árboles tenía una forma distinta, hojas distintas, distinta corteza, pero la razón de que se llamara así esa tierra era que se podía escuchar su crecimiento como una música suave, que sonaba de cerca y de lejos y se unía para formar un potente conjunto de belleza sin igual en toda Fantasía. 

Se decía que no dejaba de ser peligroso caminar por aquella región, porque muchos se habían quedado encantados, olvidándose de todo. También Atreyu sintió la atracción de aquel sonido maravilloso, pero no cayó en la tentación de detenerse 

El tercer día vio las Torres de Cristal de Eribo, en las que los habitantes de la región capturaban y guardaban la luz de las estrellas.

Este paisaje lo realizamos con distintas técnicas. La hierba la representamos con témpera verde marcándola con tenedores. Los árboles los construimos de la siguiente manera: los troncos soplando la pintura con una pajita y las copas estampando con distintas esponjas.  

El cielo lo coloreamos con pintura azul y amarilla espulverizada sobre el lienzo. Este es una partitura ya que este es el bosque de los árboles cantores. 

Y el taller que dedicamos a los Personajes de Fantasía, lo centramos a los silfos nocturnos y a su medio de transporte, los adormilados murciélagos. 

El segundo personaje que se sentaba a la derecha de la hoguera era un pequeño silfo nocturno. Como mucho, era dos veces mayor que el fuego fatuo y parecía una oruga negra como la pez, cubierta de piel, que se hubiera puesto de pie. 

Gesticulaba vivamente al hablar, con sus dos diminutas manitas de color rosa, y allí donde, bajo unos pelos negros y revueltos, debía de tener la cara, ardían dos grandes ojos, redondos como lunas.

Silfos nocturnos, de las formas y los tamaños más variados, había en Fantasia por todas partes y, por eso, no se podía saber a primera vista si aquél había llegado de cerca o de lejos. De todos modos, parecía estar también de viaje, porque la montura habitual de los silfos nocturnos (un gran murciélago) colgaba boca abajo, envuelta en sus alas como un paraguas cerrado, de una rama situada detrás de él.

Este personaje que da nombre a uno de nuestro grupos, lo elaboramos con un vaso de cartón al que le añadimos un tapón de corcho de nariz, ojos de manualidades y una serie de elementos (pelo, orejas, decoraciones, piernas y pies) con distintas plantillas creadas para este fin. 

Y le creamos una montura, un murciélago de papel pegado a una pinza. Quedan chulísimos como podéis ver. 

Estos días otras tres actividades ocupan nuestro tiempo. Pero esa es otra historia, otros huevos que en breve abriremos. 

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