lunes, 11 de julio de 2016

El verano puede ser un viaje extraordinario.

Comenzamos la semana con mucha intensidad, así comienzan nuestras anotaciones en el códice de los aprendices de Da Vinci.

Hoy los destinados a vivir la aventura fueron los pequeñajos intrépidos. Igual que el viernes pasado, el reto eran superar cinco pruebas con las que obteníamos el privilegio de poder plantar un árbol. Para ello había que ganar la semilla, el agua, el aire, la tierra y la herramienta. Un árbol es sabiduría, energía, raíces que te sustentan y buscan lo esencial y ramas que te elevan hacia tus sueños. Y estas son las cualidades precisas para encontrar el legado perdido de Leonardo.

Jugamos al viaje de la semilla, la prueba de la ardilla, la lluvia en el bosque, la serpiente y a los hijos del bosque. Muy divertido.

Tras tanto trajín, llegaron con ganas de darse un buen remojón. Y vieron cumplidos sus deseos.

Mientras tanto, el resto de los aprendices vieron la película "El extraordinario viaje de T.S. Spivet". Es importante que los niños vean películas donde la sucesión hiperactiva de acciones no sean imprescindibles, donde lo que se cuenta sea tan importante como lo que acontece. Esta película responde a estos criterios y ha mantenido su atención.


T. S. Spivet es un genio de doce años que vive en un rancho en Montana con su peculiar familia. Se hace llamar "el Leonardo de Montana". Su gran talento para la cartografía y los inventos pronto tiene recompensa. Una institución científica le concede un prestigioso premio y, armado con una pequeña maleta, se dispone a cruzar el país para recogerlo. Está basada en la adaptación del best seller "Las obras escogidas de T.S. Spivet".

Y tras la merienda pusimos a prueba su creatividad mediante dos talleres. En uno tenían que esculpir con la tijera formas a partir de un bloque bidimensional de cartulina; el segundo consistía en crear imágenes a partir de una serie de formas dadas. Con este tipo de actividades se ponen en evidencia las capacidades creativas de los niños y las niñas, en ocasiones tan castradas por nuestro sistema educativo.

También realizamos unos paracaídas sencillísimos de papel. Se construyen con un folio, dos pliegues y dos cortes. Experimentamos y comprobamos que a pesar de su simplicidad...!Funciona!

Y de nuevo, ¡muy agradecidos por vuestros comentarios!


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