
Mientras la tripulación del Victoria cuidaba a los animales, entre otros a las 13 tortugas (un buen número ya que como científicos que somos no creemos en las supersticiones), la tripulación del Columbiad se dedicó a trastear por la huerta.

Quitamos malas hierbas, recogimos tila hicimos papel de acelgas y además preparamos mermelada de calabacín. Por cada kilo de calabacín añadimos 400 gramos de azúcar y el zumo de medio limón.



Hoy el lavado de manos tuvo de regalo el chorro mortal contra la bandeja. Muchas risas refrescantes.



En el rato del taller de los inventos de Verne, antes de finalizar el submarino, nuestra imaginación hizo de las suyas. A mitad de camino del resultado final nos encontramos con unos ojos saltones o con unos secadores del pelo divinos. Paquita, el loro más simpatico de la Vega, recorría nuestras cabezas picoteando nuestras imaginativas ocurrencias.
Finalizamos la jornada tomando unas deliciosas brochetas de moras y unos polos de limón; Jorge el nautiliano los disfrutó de lo lindo. Y nosotros con él.
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