miércoles, 19 de julio de 2023

Capítulo XI: Graógraman y el Desierto de Colores

Nuevos retos en el Mar de Hierba. 

En las asambleas matinales, los comerrocas, los diminutenses y los silfos nocturnos se organizan un poco y comparten las historias sin fin, ciertas o inventadas que escribimos e ilustramos en las libretas que entran y salen de Fantasía.  

Luego comenzamos con las actividades por las que rotamos a lo largo de tres jornadas. 

En Animales de Fantasía disfrutamos de nuestros amigos del corral. La cabra, el pequeño cordero, los patos, la oca, las gallinas y nuestros conejos. 

Les damos de comer y recogemos los huevos del gallinero. 

Además, en la huerta preparamos un tiesto repleto de semillas. Si lo regamos, se convertirá en nuestra Selva Nocturna. Cuando Bastián llegó a Fantasía, solo quedaba un punto de luz en la oscuridad. A partir de su primer deseo, aquel punto se convirtió en una semilla de la que nació Perelín, la Selva Nocturna. 

La representamos con ceras blandas con la técnica de esgrafiado. Primero rellenamos el espacio con distintos colores. Luego lo cubrimos todo con una cera de color negro. Luego, raspamos la superficie para ir haciendo contornos que recuperan los colores del fondo. 

En Retos de los Pieles Verdes danzamos y nos embarramos. 

Como cada vez llueve menos, realizamos una danza de la lluvia de los habitantes del Mar de Hierba. Allí esas extensas praderas fértiles por las que pastan los búfalos purpúreos verdean gracias al milagro del agua. 

Danzamos y danzamos. No servirá para incrementar las precipitaciones, pero al menos sí para, una vez más, poner en valor nuestro mayor tesoro: el agua. 

Y si llueve hay barro. Pues usémoslo. Nos convertimos en alfareros, realizando un cuenco a partir de la técnica más sencilla y antigua, el vaciado. Lo decoramos con piedrecitas brillantes. Pero lo más gustoso es sentir la arcilla en las manos... aunque algunos y algunas alfareras terminan con barro hasta en los pies. Parecen búfalos tras revolcarse en los bordes de los ríos para proteger su piel. 

En el Taller de los Dos Colonos nuestro amigo Enguivuck nos habla de Newton y del león Graograman. Este felino llevaba el Desierto Multicolor tras de sí. Y cuando corría entre las dunas, los colores se mezclaban blanqueando el paisaje, como en el disco de Newton. 

Con un tapón, una canica y un compact disc realizamos una peonza sobre la que colocamos un disco con los colores que componen la luz blanca. En el tapón colocamos la cabeza de Graograman.

 

Y hacemos un concurso para ver que león es el que dura más tiempo rotando y rotando. 

Tras la merienda tres nuevos retos. En la Biblioteca de Amarganz estamos preparando la Danza de los Dementes. Locos moviéndose de modos extraños atraídos por la Nada; pero ya os contaremos esto de que va. 

Y vemos un capítulo de una serie animada canadiense de TV (1995-1996) con 26 episodios. Cuando Fantasía es amenazada por los Gigantes Negros de la malvada bruja Xayide, existe solo un muchacho capaz de restaurar la paz de país de la Emperatriz Infantil. Con ayuda de sus amigos Barktroll, Engywook, Urgl, y, desde luego, Falkor el Dragón de Suerte, Bastian regresa a Fantasía para enfrentarse a todo tipo de aventuras. 

El Taller de Arte en Fantasía, donde vamos creando paisajes con distintas técnicas creativas, en esta ocasión lo dedicamos a Goab, el Desierto de Colores. 

Bastián había trepado a una duna de color púrpura y no veía a su alrededor más que colina tras colina de todos los colores imaginables. Porque cada colina tenía una tonalidad que no se repetía en ninguna otra. La más próxima era azul cobalto, la siguiente amarilla azafrán, detrás relucían otras de color carmesí, añil, verde manzana, azul celeste, naranja, rosa melocotón, malva, azul turquesa, lila, verde musgo, rojo rubí, tierra de sombra, amarillo índico, rojo cinabrio y lapislázuli. Y así seguían las colinas, de un horizonte a otro, hasta donde los ojos no podían ya ver más. Arroyos de arena dorados y plateados corrían entre esas colinas, separando los colores entre sí.

El sol subía más y más y el calor se hacía sofocante. El aire empezó a vibrar sobre las dunas de arena de colores. ¡Esto —dijo en voz alta Bastián— es Goab, el Desierto de Colores!

Lo hacemos con sal fina coloreada con tizas y pegada con cola y mediante la aplicación directa de tiza que fijamos finalmente con laca. 

No podía ser de otro modo. El Taller del Personaje lo dedicamos a la Muerte Multicolor, a Graograman. Realizamos un bonito león de papel con una melena donde porta todos los colores del arcoiris. 

Entonces oyó otra vez aquel trueno profundo que hacía temblar el suelo del desierto, pero esta vez muy cercano. Levantó la vista. Sobre la cumbre de la duna de color rojo encendido había un león gigantesco. Estaba exactamente delante del sol, de forma que su majestuosa melena le rodeaba el rostro como una corona de llamas. Pero aquella melena, y también el resto de su piel, no era amarilla, como suele ser en los leones, sino de un rojo tan encendido como el de la arena en que se encontraba.

 

Y regresamos al inicio del día. En las asambleas siempre leemos la descripción de un protagonista de la Historia Interminable. La escuchamos con atención y tras imaginarlo, lo dibujamos. Esta vez son los Ayayais los protagonistas

El valle entero estaba lleno de unos gusanos deformes, de un brazo de largo, cuya piel parecía como si estuvieran envueltos en andrajos y harapos sucios y desgarrados. Entre las arrugas podían sacar algo así como unas extremidades viscosas, semejantes a tentáculos de pulpo. Al extremo del cuerpo de cada uno de aquellos gusanos aparecían entre los harapos dos ojos, unos ojos sin párpados de los que continuamente manaban lágrimas. Ellos mismos y el valle entero estaban húmedos por tal causa.

Estas criaturas, las más infelices de Fantasía, se convirtieron en Polillas Payaso. Pero esa es otra historia que será contada en otra ocasión.  

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