En la Historia Interminable aparecen dos personajes femeninos que son la noche y el día, la mentira y la verdad. Ambas son protagonistas de este capítulo, aunque conviven con otros retos.
Los artistas de fantasía imaginan en su lienzo "La Mano Vidente y el Bosque de Orquídeas", el lugar que habitaba Xayide, una maga que engaña con sus oratoria a Bastián para que se rebele contra la Emperatriz Infantil, Atreyu y Fújur.
El castillo de Hórok se alzaba sobre una pequeña elevación, libre de vegetación de orquídeas. La forma del edificio era realmente la de una mano gigante que saliera de la tierra. Cada uno de sus dedos era una torre y el pulgar un bastión sobre el que, a su vez, se levantaba una torre. El conjunto tenía una altura de muchos pisos, en el que cada falange formaba uno, y las ventanas tenían la forma de ojos luminosos que observasen el país hacia todos los lados. Con razón lo llamaban la Mano Vidente.
Lo representan con la huella de sus manos manchadas de pintura negra, recortes de revistas y acuarelas. La mano que representa el castillo, se remata con ojos de distintas formas.
Y en el reto de Animales de Fantasía, nuestros fantasios limpian a los animales y les dan de comer: alfalfa, maiz, harinilla, piensos... Nos damos así cuenta que los habitantes del corral necesitan nuestro esfuerzo y atención para encontrarse agusto; tener un animal es adquirir una responsabilidad.
Luego nos acercamos a la huerta de Doña Aiuola y conocemos a esta extraordinaria mujer que habitaba la Casa del Cambio. Ella misma vivía con alegría un ciclo en el que reverdecía y se marchitaba.
Aquella mujer era alta y, de algún modo, majestuosa. Llevaba un ancho sombrero, totalmente cubierto de flores y frutos, y también su vestido era de una tela floreada de vistosos colores. Sólo después de haberlo mirado un rato se dio cuenta Bastián de que, en realidad, estaba hecho también de hojas, flores y frutos.
Michael Andreas Helmuth Ende (1929 - 1995) el escritor alemán de “La historia interminable”, “Momo” y “Jim Botón y Lucas el maquinista”, tal vez contempló en alguna ocasión los cuadros de Arcimboldo. Giuseppe Arcimboldi, más conocido con el sobrenombre de Arcimboldo, fue un artista italiano que vivió hace quinientos años. Era filósofo, poeta y pintor. Se hizo muy famoso sobre por las sorprendentes cabezas compuestas de frutas, verduras y flores.
Cuando imagino a Doña Aioula, tal vez estaba recordando una de sus obras. Nosotros hacemos lo propio e imaginamos a nuestra protagonista a través de un collage en el que recortamos frutas verduras y hojas para componer su rostro. Y como en italiano aioula significa parterre de flores, elaboramos uno con nuestras huellas dactilares.
Uno de los personajes que lucha contra Xayide es el dragón de la suerte Fuyur. No se parece en nada a los dragones corrientes; son criaturas del aire, de una alegría desenfrenada y, a pesar de su colosal tamaño, ligeros como una nubecilla de verano. Por eso no necesitan alas para volar. Nadan por los aires del cielo lo mismo que los peces en el agua. Desde tierra, parecen relámpagos lentos.
En el taller de los personajes de Fantasía lo representamos como una inquieta carioca. Lo construímos con un vaso de cartón, una bayeta blanca y unas cintas de trapillo. Y a volar, que es una criatura alegre del aire.
En el taller de los Dos Colonos recordamos una tradición. Todos los viajeros y viajeras antes de abandonar el Mar de Hierbas, elaboraban un muñeco de esparto y lo colgaba en algún árbol de la comunidad. Era una manera de decir que dejaban allí un pedacito de su corazón. Además, era una protección contra los maleficios de la maga de la Mano Vidente, un espanta pesadillas.
Nosotros hacemos el cuerpo del muñeco con esparto y unos nudos bien prietos. La cabeza se elabora rodeando un globo con cuerda de yute y mojándolo en cola blanca. Cuando seca, se pincha el globo y se extrae de su interior.
Y como eso de los nudos es una tarea por aprender, en el taller de los retos de los Seres de Hierba nos dedicamos a conocer distintos tipos.
Es un modo de trabajar la psicomotricidad fina y de adquirir una habilidad que nos puede ser de gran utilidad.
Como es una tarea que precisa de cierta paz, antes de abordarla realizamos una técnica de relajación de los Pieles Verdes, el maizfulness. Consiste en coger unas panochas de maíz y pelarlas poniendo atención plena al proceso; el olor, el tacto, el sonido, el sabor... Todos los sentidos centrados en esta sencilla tarea.
Para terminar, en la Biblioteca de Amarganz vemos un nuevo capítulo de la serie La Historia Interminable mientras comemos palomitas recién hechas (de nuevo el maíz en otro formato). Y elaboramos una comida que les encanta a los comerrocas: piedras de chocolate.
Las hacemos derritiendo chocolate negro de fundir al baño maría y mezclandolo con cereales, frutos secos y pedacitos de galleta. Luego se deja enfriar.
Poco a poco nos acercamos a la posibilidad de portar el Ayrun. Por ahora nos hacemos una chapa con esta símbolo tan transcendental. Tal vez lo precisemos para superar el reto final que nos dirigirá a la Gran Búsqueda. Pero esa es otra historia que cuando ocurra será contada.
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