En Fantasía los viernes también son días especialmente trepidantes. Ni el calor, ni el cansancio, ni nada de nada (que la nada aquí está muy mal vista) detiene nuestro frenético ritmo.
Tras leer las libretas viajeras y finalizar los dibujos de los Ayayais y de su "divertida" metamorfosis, tenemos una extraña sorpresa. Aparece, vestida de clown y con unas pequeñas alas, una polilla payaso, también llamada Schlabadffo. Y nos dice lo siguiente:
Vaya, vaya, vaya. Si resulta que hay fantasios más feos que los Ayayais. Soy una polilla payasa, un Schlabaffo. Estamos buscando a nuestro Gran Benefactor, al que nos salvó cuando éramos todavía ayayais, los seres (después de vosotros) más feos de Fantasía. Éramos muy desgraciados y nuestras lágrimas formaban el Mar de Lágrimas que rodea la ciudad de Plata.
Bastián, un humano apestoso como vosotros nos convirtió en estos seres tan graciosos, las polillas payaso. Pero estamos hasta la coronilla. Lo que nos hizo fue al principio muy divertido, pero ahora nos aburrimos mortalmente. Revoloteamos de un lado para otro y no hay nada que nos retenga. Ni siquiera podemos jugar a un verdadero juego, porque no respetamos las reglas. Decía que nos salvó, pero nos convirtió en bufones ridículos. ¡Nos engañaste, Gran benefactor!
Le pedimos que nos volviera a convertir en Ayayais, pero ni caso. Y cuando nos lo íbamos a llevar volando como el General de las polillas payaso vino un dragoncito de la suerte y se lo llevó volando.
Nos hemos enterado que hay nuevos humanos en Fantasía. Pues veréis, si os ponéis en nuestro pellejo y hacéis el payaso como nosotros, nos sentiremos mejor y os dejaremos en paz. tal vez nuestra vida tendría un sentido, alegrar a la gente. Pero si solo os reís de nuestra estupidez y no nos valoráis, vendremos zumbando y os llevaremos por el aire.
Y como no deseamos formar parte de esta banda de alocados insectos coloridos, les honramos haciendo el payaso con ilusión.
Realizamos figuras circenses de acrosport, demostrando la habilidad del ágil y la fuerza del portor. Imitamos así las piruetas y locuras de esta pandilla.
También nos pintamos las caras unos a otros y realizamos distintos retos propios de los mimos. Jugamos a colocar el muñeco, a manejar la marioneta de hilos o a construir una máquina de autómatas. Y sacamos nuestra carcajada más dulce con los tortazos de nata.
Por último, nos colocamos una roja nariz de payaso y realizamos juegos en movimiento donde ponemos a prueba nuestra expresión corporal. Además, intentamos hacernos reír unos a otros.
Al finalizar todas estas divertidas bobadas, cada grupo realiza la danza de los Dementes.
Cuando Atreyu caminaba por el País de la Gentuza, vio danzar a los dementes que se dirigían sin voluntad hacia la Nada.
La extraña música se acercó despacio y, finalmente, surgieron de la niebla las primeras figuras. Evidentemente bailaban, pero no con un baile alegre o gracioso, sino que daban saltos con movimientos sumamente extravagantes, se revolcaban por el suelo, se arrastraban a cuatro patas y se comportaban como locos. Lo único que se oía entretanto era el sordo y lento golpear del tambor, los agudos pitidos y un gemir y jadear de muchas, gargantas.
Cada vez eran más: una comitiva que parecía no tener fin. Atreyu observó los rostros de los danzantes, que eran grises como la ceniza y estaban inundados de sudor, aunque sus ojos ardían con un brillo salvaje y febril.
Nuestra danza es alocada pero tan espeluznante.
Las polillas payaso deben estar satisfechas ya que no han vuelto a aparecer. Y tras merendar, nos damos un buen refrescón.
Nos ponemos el bañador y la manguera hace de las suyas. Y luego, la locura de la espuma.
Y regresamos a el mundo real para pasar el fin de semana. Bueno será reponer fuerzas por que el lunes nos espera Hýnreck el Héroe. Pero esa es otra historia que será contada en otro momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario