martes, 12 de julio de 2016

Recuperados los pergaminos de Leonardo.

Por si estabais preocupados, dejamos escrito en este diario que... ¡Hemos encontrado los pergaminos robados! Pero vayamos poco a poco.

Al llegar, algún avispado se dio cuenta de que en el "Cielo de los Inventos" habían colgado dos notas curiosamente envejecidas por el tiempo (cosas de los viajes espacio-temporales). Las cogimos con impaciencia y dimos cumplida lectura de su contenido. Rezaba así:

"Soy Leonardo y tengo que daros la enhorabuena por cumplir con decisión la tarea de recuperar mis pergaminos. Habéis demostrado lealtad a mi legado y capacidad para trabajar en equipo. Pero os tengo que confesar que todo ha sido una broma. 
Miguel Ángel jamás hubiera robado mis pergaminos, jamás hubiera obrado con tan poco nobleza. Es cierto que teníamos nuestras rivalidades, que en una ocasión me afeó en público que no hubiera podido terminar mi maravilloso caballo de bronce. Pero su vida fue más dura que la mía y fue, he de reconocerlo, un pintor y escultor maravilloso. Admirar su obra. 
Realmente yo lo inventé todo, fui yo quien entró en vuestra casa y me llevé los pergaminos. De siempre me ha gustado montar fiestas y teatros. Lo hice para poneros a prueba y la habéis superado con creces. Y ahora debéis encontrar los pergaminos. Os doy una pista de su paradero: 

“Madera y metal. Equilibrio imposible en el que la piedra es la llave. A veces el vacío, otras tumba de lo vencido. En mi cielo tela de araña recogida; en mi infierno polvo de tierra pisada. Me acompaña a veces el rumor del agua contenida. Y los pájaros y las ranas con sus voces alivian mi soledad.”

La respuesta a su adivinanza rápidamente la encontramos: el secadero donde merendamos. Y leímos la segunda nota.

Mi nota anterior, como tantas otras empresas, estaba inacabada. Necesitáis para que vuestra empresa tenga un buen final una herramienta fundamental que os alzará al éxito. 
“Dos enamorados de madera que aunque siempre están muy próximos jamás se tocan; aunque son pequeños, son muchos y, en actitud perpendicular, impiden su unión.”
Las pruebas tenían como objeto poder plantar un árbol: la semilla, la tierra, el agua, el aire y la herramienta. Cuanta belleza y verdad hay en una árbol… Para saber donde se encuentra vuestra herramienta, espero ya adivinada, acudir al vuestro árbol favorito.

La solución a la primera incógnita, a la que también llegamos con presteza, fue: una escalera de mano. Y la segunda tuvo una respuesta inmediata: la morera donde nos encanta subirnos a comer moras (tal vez ahora os explicáis lo de las manchas moradas en las camisetas...)

En la morera, Alex, encontró la nota y la leyó: “Buscar junto al responsable de parte de la sombra viva que os cobija en el momento en el que las palabras son lo más importante”.

¡El árbol a cuya vera hacemos las asambleas! Allí encontramos la escalera y nos dirigimos al secadero donde, usando dicha herramienta, encontramos los pergaminos. Todo un éxito.


Una vez repuestos los pergaminos al "Cielo de los Inventos" seguimos con nuestras tareas cotidianas.

Contaros que en la asamblea echamos un ojo a las libretas viajeras y vimos un corto de animación ruso basado en tres leyendas de Da Vinci: La llama, Las grullas y La hormiga y la semilla. Aprendimos que el gran artista era también un magnífico narrador de una imaginación inagotable. La gente estaba pendiente de cada palabra suya, las historias contadas por él pasaban de boca en boca, de padres a hijos y de hijos a nietos. Hasta ahora en algunas aldeas italianas se narran como cuentos folclóricos historias imaginadas por Leonardo da Vinci.


En la asamblea contamos también otras dos fábulas: "El pavo real" y "El águila", que ilustrarían luego el grupo que trabajó con los animales.



El la huerta Los Artistas prepararon unas bolsitas con laurel, para que vuestras digestiones sean más ligeras, y plantaron lechugas rizadas y coliflores.


A Julia le hizo gracia que las lechugas y su pelo tuviesen tanto en común. También recogimos algunas lechugas.



Además aprendimos cuales eran los ingredientes de la pasta fresca: 300 gramos de harina, tres huevos y dos cucharadas de aceite de oliva.




Por último contaros que, también los artistas, estuvieron experimentando con la granulometría del suelo; y que mejor manera que artistear pintando y marraneando con arcilla y haciendo un collage con distintos tipos de arenas.




Terminamos con una foto de la post-comida con las ansiadas moras del moral. Cuanta belleza y verdad hay en un árbol.


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