Y lo hacemos cargados de energía; llenando de color y sonido (otros dirían ruido) esta isla de la vega e intentando esquivar el calorcito.
Nada más llegar, las olas nos arrojaron a la asamblea en la que nos conocemos, echamos unas risas y explicamos que es lo que vamos a laborar. Además, con la participación de algún que otro espontáneo, resumimos las peripecias de Crusoe.
Y estamos en pie de paz; nuestras sencillas normas, encaminadas a buscar el bienestar de todos, las representamos como una gran vela donde hemos dejado las huellas de nuestros pasos.
La norma que más sorprende a los que por primera vez comparten verano con nosotros es que aquí los castigos no existen y, por lo tanto, debemos aprovechar que tenemos dos orejas y una boca para hablar, escuchar y escuchar.
Hacemos los tres grupos de acción: los naufragos, los marineros y los caníbales. A lo largo de estos días, en ocasiones estaremos todos juntos y otras veces trabajaremos por grupos de edad.
Como tenemos muchas ganas de emular las aventuras de Robinson, comenzamos tras la merienda a añadir cañas a nuestra cabaña.
También creamos mini islas mediterráneas, con una encina y semillas que veremos crecer durante los días que pasaremos juntos; será nuestra particular medida del tiempo.
Terminamos con unos juegos pelín húmedos con los que pretendemos conocer los nombres de los amigos y amigas al tiempo que nos damos un remojón.
¡Que divertido fue el primer día!
ResponderEliminarNuestras islas mediterráneas irán creciendo poco a poco y cuando sean grandes podremos coger una hoja para nuestra prensa de la huerta.
¡Y animaros a dejar un comentario que son solo cinco segundos!
Un saludo,
Luis monitor.