Tras el naufragio en el isla, nos hemos puesto manos a la obra. Anotamos en nuestro diario algunas de las tareas que hemos desempeñado.
Por la mañana prontito, los caníbales se dedicaron a conocer, tocar y dar de comer a los animales del corral. Les preparamos una delicioso revuelto de pan, agua y harinilla que removimos con simetría y devoción.
Recogimos los huevos, que estaban tan calentitos como la barriga de las gallinas y le dimos una buena ducha a Catalina; nos reíamos mucho cuando se sacudía el agua como un perrillo salpicando un montón o cuando intentaba darnos topetazos.
Recogimos los huevos, que estaban tan calentitos como la barriga de las gallinas y le dimos una buena ducha a Catalina; nos reíamos mucho cuando se sacudía el agua como un perrillo salpicando un montón o cuando intentaba darnos topetazos.
Mientras tanto los náufragos, en la huerta, plantaron rábanos, hicieron mermelada de ciruela y limonada.
Y, además de otras tareas, se fabricaron una prensa de la huerta con la que pretendemos que conozcan mejor las distintas plantas que en ella cultivamos.
Y, además de otras tareas, se fabricaron una prensa de la huerta con la que pretendemos que conozcan mejor las distintas plantas que en ella cultivamos.
Y los marineros, con lana y unos palos de polo, elaboraron un mini-telar, como parte de la actividad Los otros oficios de Robinson. Aprendimos un modo muy sencillo de tejer y nos dimos cuenta de que la paciencia y la constancia son dos cualidades muy importantes en la vida.. En la foto podemos ver los telares de Marina y Aitana.
Tras la merienda nos embarcamos en otros asuntos; por ejemplo, realizamos unos balsas que flotan fenomenalmente (las probamos en el tortuguero para sorpresa de las tortugas) con tan solo unas botellas de plastico, unos palos de pinchito y unos corchos.
También os mostramos los arcos de juguete con los que Viernes pasaba el rato, fabricados con un palos de brocheta y un hilo. Y lo mejor de todo es que ¡funciona!
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