Imagínate. Hemos sido capaces de inventar un artefacto tan sencillo como eficaz.
Una arandela de madera con cintas de colores que si movemos con mucha energía es capaz de descontaminar el aire. Lo que es imprescindible es movernos. Desde la comodidad de nuestro sillón, por mucho que protestemos, nada se solucionará. Hay que menear el culo.
Y es que el aire está ahí. Hacemos varios experimentos para tomar conciencia de su presencia, más allá de que entra y sale de nuestro cuerpo continuamente proporcionándonos la esencia de la vida, el oxígeno.
Necesitamos aire, pero aire limpio, respirable. Somos bichitos aerobios, que no se nos olvide. Y aprovechamos para darle las gracias a los arboles, las hierbas, las algas del mar por regalarnos esos átomos que nos oxigenan y nos oxidan. Así es la vida.
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