Los Econautas realizan actividades con mucho, mucho eco.
Una de las actividades que hacemos son los ecojuegos. En este caso lo dedicamos al ruido y la cultura del silencio.
Es un contaminante peligroso al ser bastante fantasmagórico. Una vez finalizado no deja huella. Es muy relativo, depende de quien lo percibe y del momento en el que nos encontramos. Y parecería que solo afecta a nuestros oídos pero no es cierto; provoca alteraciones integrales en nuestro organismo.
Los Socavadores han compuesto una banda sonora tremendamente ruidosa en las ciudades en las que intentamos vivir. La labor de los econautas es apreciar los silencios y bajar el volumen por respeto a nuestros vecinos y a nuestra salud.
Después de contar estas cosillas, mostramos como funcionan los sonómetros para después ponernos a jugar. El indio ciego, encuentra el sonido, los disfraces locos, la cuerda ciega, mi paisaje sonoro...
El primer juego, el de los indios ciegos, tiene un cuento como introducción. Habla de como reinaron un príncipe y una princesa que cada vez que se veían caían desmayados de las sensaciones tan intensas que se desataban en ambos. Contaban quienes veían aquel extraordinario acontecimiento que, al caer al suelo, en vez de polvo se levantaban corazones. Para poder reinar tenían que estar con los ojos cerrados, lo que les ayudo a apreciar lo realmente importante. Y adquirieron la virtud de quien aprende a escuchar.
Dicen que cuando eran muy mayores decidieron mirarse de nuevo, tal vez por última vez. Tal fue la alegría que en ellos despertó la belleza de su alegre vejez que se les detuvo, a la par, el ruido de sus corazones.
Y de un eco al otro. En el taller elaboramos unos preciosos hornos solares con unas cajas de hamburguesa de fécula de patata. Un modo de ver el potencial de la energía solar, limpia, alternativa, renovable y muy andaluza. Usamos un pedacito de papel de aluminio, un acetato y pintura negra acrílica.
Como nuestro planeta se está convirtiendo en un horno solar les contamos algunas claves sobre el cambio climático y el efecto invernadero que nos da la vida y nos la puede complicar por culpa de nuestra huella de carbono.
Terminamos probando los hornos con unos termómetros. En cinco minutos colocando un termómetro al sol y otro dentro del horno la diferencia entre ambos es de 20 grados.
Y os lo contamos para que el mensaje rebote y rebote como el más persistente de los ecos.
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