Tras la merienda, en la que nunca falta una visita a el moral más trepado de las historia en la que los niños y niñas se convierten en mirlos o en intrépidos monicacos, vamos viscoleando o rijando (cada cosa a su tiempo) por tres talleres.
En uno de ellos conseguimos el abanico con el que alicia fue capaz de cambiar de tamaño. ¡Un abanico que nos permite ventilar ideas y atraer otras para conseguir cambios que nos conviertan en personas más pequeñas y al tiempo gigantes!
Lo hacemos con dos pliegos de papel de color y unos palos de madera de polo. Y le colocamos unos circulitos con el dibujo de Alicia contemplando el mundo que la rodea.
¡Y lo peor es que seguía menguando! Y entonces se dio cuenta de que el abanico que sostenía en la mano producía el cambio, así que lo dejo caer a toda prisa. De lo contrario habría desaparecido sin dejar rastro.
En otra de las actividades realizamos una carioca con la lagartija Bill. Es un personaje de Alicia en el País de las Maravillas que sale propulsado por la chimenea después de que alicia le propine un buen puntapié.
¡Hola Bill! - dijo la niña, a modo de saludo, mientras estiraba la pierna y le largaba un fuerte puntapié. ¡Adiós Bill! - oyó que decía un coro de voces en el exterior.
Nosotros tenemos nuestro pequeño rincón con la chimenea por la que esta pequeña lagartija alcanzó el cielo.
La realizamos con un vasito de cartón relleno de legumbres, una cuerda y la plantilla decorada de una divertida lagartija. Y una vez hecha... Bill, Billete, ese que se come más de un marrón, puede volar a donde quiera.
En la tercera actividad nos metemos en la cocina para hacer el Pastel de Pasas del Rey.
Lo realizamos con capas alternas de galleta molida con chocolate y con natillas. Lo rematamos con una galleta cubierta de chocolate sobre la que colocamos coco rallado y, cómo no, unas pasas.
Y ahora viejo – dijo el Unicornio dirigiéndose al Rey – a ver si sacas ese pastel de pasas que tienes por ahí guardado.
Cuando termina la jornada, nos despedimos en corro tras la asamblea final con un aplauso de agradecimiento a todo lo bonito que nos ha pasado, felicitandonos por nuestro cumple día, diciendo con énfasis "¡Por mis barbas y mis bigotes, qué tarde es!" y gritando con la intención de echar fuera todos los rollos malos: "¡Qué le corten la cabeza!".
No hay comentarios:
Publicar un comentario