miércoles, 19 de agosto de 2020

El queso de Olaf.

Olaf nos cuenta que, hace mucho tiempo, un mercader vikingo mientras realizaba un largo viaje, guardó leche en un recipiente hecho a partir del estómago de un cordero. Al ir a tomarla vio que estaba rara, medio sólida. Invento por casualidad el queso. La leche había fermentado debido a las bacterias de aquel recipiente tan particular. 

Los vikingos, gracias a sus viajes, favorecieron que los conocimientos de los queseros escandinavos fueran transmitidos a los Países Bálticos, Inglaterra y Normandía. 

Nosotros preparamos pequeños quesos frescos de la siguiente manera.

Ingredientes para el queso casero: 1 litro de leche fresca, 1 limón, 100 ml de yogur natural, 2 cucharadas de nata líquida y una pizca de sal

Elaboración:

Coloca la leche en una cazuela y ponla a fuego lento. Cuando llegue al punto de ebullición, retira el cazo del fuego y reserva. Una vez templada la leche, agrega el jugo del limón, el yogur y la nata líquida.

Mezcla con cuidado hasta lograr una masa homogénea. Vuelve a llevarlo todo al fuego hasta que comiencen a formarse grumos de cuajada; en este momento agrega una pizca de sal. Verás que el suero no cuaja. Habrás de retirar el cazo del fuego y eliminar todo el suero que puedas lo que puedas usando un colador de tela.

Al terminar de escurrir, verás que se ha formado una pasta cremosa que has de amasar; puedes darle la forma que desees. Nosotros hacemos unas bolas. Guarda el queso en un recipiente en la nevera, deja que se asiente toda la mezcla y... ¡Listo! Acabas de hacer queso en casa. Puedes comerlo con un poco de miel o mermelada. 

Y además, preparamos batidos con ingredientes muy diversos: leche, zumo de naranja, plátano, manzana, melón, pepino, cacao, miel... Y nos los bebemos muy frescos para reponer toda la energía que necesitan los ecovikingos y las ecovikingas. 

 

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