Hoy nos despedimos de los vikingos y vikingas que han convivido en este quinto encuentro en la aldea de Kattevegat. Al tiempo han llegado las primeras naves con tripulantes que permanecerán aquí durante los primeros días de septiembre.
Además de recoger todas nuestras cosas, hoy hemos celebrado un torneo vikingo jugando al Kubb, a las carreras de caballo, al tiro con arco y al Knattleikr. Todos ellos son entretenimientos muy habituales entre los habitantes de las bahías del norte.
Después disfrutamos de las viandas que las familias nos habían preparado. Un gran banquete en el que reír, comer y beber. Y subirnos a los árboles como intrépidos y aguerridos vikingos.
Finalmente, aunque estos días ya no son tan calurosos, nos damos un refrescón con algunos juegos de agua.
Y se nos olvidaba. Con las primeras luces de la mañana invocamos a el chamán "Eutirox". Apareció en la aldea con su cayado, ese que finaliza en un cuerno de unicornio.
Portaba huesos colgados de su cintura y muñecas. También llevaba consigo las llaves del futuro, el pasado y el tiempo presente.
Se cubría con una túnica de rafia con una gran capucha y el rostro cubierto por una máscara de espartos tintados.
Nos presentó sus respetos y nos marcó la frente con un ungüento fabricado con barro negro de Freda la artesana, hidrogel de Freydis la hechicera y sima de nuestro cocinero Olaf.
Antes de marchar nos leyó las runas respondiendo a todos los interrogantes de nuestras vidas.
Para finalizar queremos reconocer en una ecovikinga muchos de los valores escondidos en los escudos de nuestro salón noble. Hablamos de Marina, "la mujer del mar", que además de cuidar del gran Nando, ecoikingo y hermano, nos ha ayudado en todas las tareas. Eugenio ha encontrado en ella a una gran amiga, circunstancia que tiene más valor que el Martillo mágico de Thor.
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