Los niños y niñas vikingas necesitaban poco para inventarse juegos. Con unas maderas y poco más, tendrían los artilugios precisos para divertirse en cualquier parte.
Hoy, después de ponernos fresquitos y jugar con globos de agua a modo de serpientes que escupen jugos venenosos, hemos dedicado un rato a los entretenimientos con maderas.
La tangana, la carrera de chapas, el soplio, la genga gigante, los laberintos...
Y por la mañana temprano a pasear entre el maíz acercándonos al Pozo de Santa Clara, lugar protagonista de una célebre leyenda de la Vega. Y allí, junto al respiradero, respiramos un poco.
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