Nos asomamos a los animales de las fantasías de Lewis Carroll. Era matemático, fotógrafo y escritor; su relación con la historia natural residía en sus ensoñaciones. Pero los animales siempre aparecen en sus cuentos.
Algunos son cercanos a nosotros, como los gatos, los cerdos, los conejos, las liebres... aunque tienen su punto raro. Otros ya extintos como el Dodo. Y otros tan extraños como el Grifo o la Falsa Tortuga.
Aunque parecieran animales prestados de las fábulas tradicionales, al pasar a las historias de Carroll se olvidan de llevar consigo un estereotipo humano y una moraleja. En este mundo todo es imaginación y sueño y la moralina se queda en la vigilia.
Con Marina y Elvira conocen los animales de nuestro corral y se acercan a ellos. Luego les dan de comer. Se fijan en las diferencias entre gallinas, patos y gansos; en que ocurre cuando las plumas se tornan en pelo; y en las diferencias entre Jara la cabra y Catalina la oveja.
Luego realizan una manualidad en la que mezclan distintos animales para formar otros, cambiando también sus nombres. Combinamos una corneja, con un elefante, un rinoceronte y una carpa. Y así nos convertimos en seguidores de Carroll cuando, por ejemplo, inventa al Grifo y a la Falsa Tortuga.
Este último personaje coje el nombre y la morfología de una sopa inglesa llamada "La sopa de tortuga falsa". Era un sustituto barato de la inaccesible sopa de tortuga (un plato por otro lado muy poco ecológico). En vez de utilizar carne de tortuga, la textura de la misma se imitaba empleando pedazos de vísceras, sesos, pezuñas, patas y colas de novillo.
Las ilustraciones que John Tenniel hizo de este personaje tan llorón, aumentan el valor cómico del mismo, ya que muestran a una criatura compuesta de partes de dos animales: tronco, caparazón y aletas de tortuga marina, pero cabeza, cola y patas de novillo.
Tras la merienda uno de los grupos realiza una manualidad a partir de globos y tapones de corcho: el mosquito corcheante globoso. Nos inspiramos en los insectos de la Casa de los Espejos: el Tábano Mecedora, la Luciernaga Pastelera o la Meriendaposa.
Después de hacer este insecto nos imaginamos cual puede ser su vida. Y entre todos y todas la construimos. Se alimenta del aroma de las flores y otros olores intensos. Es capaz de volar muy alto y muy rápido gracias a que las alas las rellena de aire y le permite flotar a gran altura; cuando lo necesita la expulsa de golpe y sale pitando.
Para defenderse acumula olores apestosos que recolecta y los expulsa en los momentos de peligro, o gira la cabeza de un modo imposible de modo que el depredador queda muy confundido. También puede inflarse tanto que parece mucho más grande y peligroso de lo que es en realidad.
Si cae al agua no hay problema, ya que infla las alas y le sirven de flotador. Cuando se da un golpe las usa de airbag. Y para buscar pareja infla las alas y deja salir el aire haciendo un chirriante sonido; cuanto más largo y desagradable sea el chiflido, más atractivo adquiere.
La imaginación al poder.
Y por cierto, hoy Eire entró por la madriguera bajo el seto; y lo hizo con unas gafas de sol que no se las quitó ni dentro del aula. Chula que es una.
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